Apreciar lo que tenemos: lecciones de un viaje entre rascacielos y propósito

¡Ya estamos de vuelta!

Tres días seguidos de actividad imparable en una ciudad que te observa desde lo alto de sus rascacielos de cristal y aristas interminables. Una muestra de poderío económico, de triunfo y éxito en los negocios. Y lo que busca ahora es que sea equiparable al nivel cultural. Curioso aunque acertado.

Este era el mensaje principal de las  autoridades emiratíes: elevar la cultura a la misma altura que su riqueza.

Y si hay algo que no les falta, es propósito. 

El cuestionar cómo los museos pueden elevar la categoría cultural de un país es una gran cuestión. Estos, como enclaves para las dinámicas de encuentro, es necesario que ofrezcan experiencias atractivas en las que el comportamiento relacional actual se desarrolle en un espacio como es una institución cultural.

Esto que parece baladí, es importantísimo, más en una época en la que la distracción continuada de redes, dispositivos, e información provoca una mayor falta de atención, de curiosidad, e incluso  aislamiento, una mayor sensación de soledad. ¿Cómo entonces, ofrecer experiencias vivenciales que reemplacen esta dependencia, que  a su vez, genera un -aparente- sentido de vida al ser humano?

Queramos o no, anhelamos  encontrarnos en grupo, con personas con las que  estar distendidos, sentirnos parte de algo, ilusionarnos, emocionarnos. Experiencias que reavivan la curiosidad, la imaginación, el asombro, la conexión entre nosotros.

No te dejes deslumbrar por grandes rascacielos. No. 

Para, mira, contempla lo que ya tenemos nosotros aquí: un legado cultural envidiable, una cultura rica, que se abre en flor para ofrecerte historia, contemplación, belleza, sensibilidad, conocimiento, entendimiento, ¡disfrute!. Es tanto, que si de verdad lo ponemos en práctica nos sentiremos mejor con nosotros mismos y con los demás porque nos nutrimos, ¡nos cultivamos!

Apréciala para no añorarla.

Ese es mi mensaje de hoy.

Y esta es la misión de ARThink, que tu sentimiento y pensamiento se eleve a través del arte. Y así lo disfrutamos ayer, en grupo en una experiencia de ARThink INSPIRA en la que conjugamos y pusimos en práctica todos estos valores, el humanismo del arte llevado al humanismo del negocio. 

Todo un tesoro.

Carpe Diem.

Raquel

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